Para tener en cuenta...
Muchos
son los libros de auto-ayuda que ofrecen pistas para salir triunfantes de una
entrevista de trabajo. Lo que se debe o no decir, las respuestas más adecuadas
a las ‘preguntas trampa’, la ropa que se debe llevar y, en definitiva, todas
aquellas estrategias para causar una buena impresión, convencer, y conseguir
así el empleo por el que se está optando. La mayoría de sus autores coinciden
en subrayar que la experiencia
es la carta de presentación más valiosa, ayuda a dejar de lado los miedos y
evita que los nervios nos jueguen una mala pasada en los procesos de selección
laboral.
Pese a
los evidentes beneficios de la experiencia, todo en exceso es malo, por lo que
si no se sabe gestionar bien podrá
provocar el efecto contrario y
el rechazo del encargado de recursos humanos. Así lo ha planteado la escritora
francesa Sylvie Lidet,
autora de exitosos libros sobre estos temas como Plus belle ma vie en entreprise o Emploi et handicap ça marche!,
quien ha descrito los cinco perfiles prototipos de la gente con mucha
experiencia, o que piensa que la tiene, que más “alergia provocan a los
entrevistadores”.
El recién
licenciado ‘sabelotodo’
Salir a
comerse el mundo una vez que se tiene la licenciatura bajo el brazo es una
positiva actitud que tarde o temprano acabará teniendo su recompensa. Sin
embargo, una cosa es el optimismo, las ganas y la ilusión y, otra muy distinta,
la falta de humildad, matiza Lidet. Sacar la bandera de que se sabe todo lo
necesario para el trabajo y de que uno sabe desempeñarse a la perfección “solo denotará falta de capacidad
para adaptarse y para escuchar”. Es
por ello, que la coach francesa recomienda a los jóvenes
recién licenciados que se esfuercen más en “destacar las ganas de aprender y de
desarrollar su potencial en la empresa”.
El senior
ensimismado
Los
buenos profesionales, con una marcada experiencia laboral a sus espaldas,
pueden acabar imbuidos en ellos mismos. “Cuando el responsable de recursos
humanos es más joven que ellos, suelen caer en la condescendencia”, apunta
Lidet, ofreciendo una pésima imagen y desaprovechando así las oportunidades. La
autora francesa les aconseja hacer gala de su pedagogía, empatizar con el entrevistador y,
si es necesario, entrar más en los detalles para poder responder las preguntas
que éste realice.
El
ex-directivo que se cree una estrella
Las
personas que han trabajado en puestos de responsabilidad con anterioridad “no
suelen prestarse a reconocer sus carencias, se
plantan en la entrevista como si el puesto de trabajo les estuviese dado de
antemano y no entienden, por
ejemplo, por qué no son recibidos directamente por el director”, apunta la coach. Un grave error, añade,
porque en un proceso de selección todos los candidatos son iguales y el filtro
de recursos humanos es, en la mayoría de empresas, un paso obligatorio. Su
principal consejo para estas personas no es otro que intentar adaptarse al
contexto, y saber trasmitir su valía en las entrevistas, sin que nada se dé por
hecho.
El experto
que no admite que no le entiendan
Las
personas especializadas en algún campo en concreto suelen carecer de capacidad
para explicarse y demostrar sus conocimientos. Por lo general tienen un discurso con demasiados
tecnicismos que el
entrevistador no tiene por qué conocer. “Mientras los expertos no sean capaces
de explicarse para un público sin conocimientos avanzados en su especialidad lo
único que se conseguirá es entablar un diálogo de sordos”, lamenta Licet. Por
ello, aconseja a estos especialistas que traten de evitar los enfoques
demasiado técnicos, y que antepongan su capacidad para poner sus conocimientos
a disposición de otros departamentos, “lo que se valorará sobremanera en las
empresas de hoy en día en las que todo está interconectado” y los conocimientos
estancos dejan de tener sentido.
El cargo
intermedio que critica a su antiguo jefe
Algunos
de los profesionales que han tenido personas a su cargo en anteriores empleos
tienden a criticar tanto a sus antiguos jefes como a sus subordinados. “El único
que hacía bien las cosas era yo” o “si no fuera por mí la empresa se iría a
pique” son algunas de las expresiones recurrentes que, para oídos de un
responsable de recursos humanos, “no son más que excusas fáciles y denotan que
se trata de la típica persona
que nunca reconocerá sus culpas”, indica Lidet. Tanto los cargos
intermedios como cualquier persona que opte a un puesto de trabajo deben tener
claro que “la primera regla es no criticar a tu antiguo jefe”. A partir de
aquí, lo que se valorará de un cargo intermedio será “su capacidad para
resolver conflictos y enfrentarse a situaciones inesperadas”.
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