Tomado de excellencia.com
Estas son las cosas que NO debes
hacer para ser un
buen jefe y líder
El espíritu
emprendedor suele ser una cualidad imprescindible para triunfar como
empresario, pero no es suficiente. Para coordinar a un grupo de empleados o
colaboradores y sacarle el máximo rendimiento a su trabajo se necesitan otra
serie de cualidades relacionadas con la psicología organizacional que no se
suelen aprender en las escuelas de negocios.
La línea entre el
éxito y el fracaso empresarial suele ser tan estrecha que los errores
insignificantes se pueden convertir en la antesala de un malogrado proyecto.
Para evitar estas situaciones hay que tener en cuenta ciertos impulsos,
comentarios y conductas con un efecto imperceptible en un primer momento, pero
que si se repiten constantemente acaban teniendo un impacto determinante
en la organización, dañando el clima de trabajo y minando la capacidad
productiva del equipo. El primer paso para ser un buen jefe es saber lo que no
se debe decir ni hacer, como se explica en el siguiente decálogo, donde se
recogen los errores más frecuentes.
Ø “No me vengas con problemas: tráeme
soluciones”
Un jefe debe
favorecer las condiciones adecuadas para que sus trabajadores realicen
correctamente su labor, aunque sin dejar de animarlos para que resuelvan los
problemas por sí mismos. Utilizar sistemáticamente respuestas como “deja
de quejarte y haz tu trabajo” provocan que el trabajador se sienta poco
valorado, lo que afectará a su productividad en la empresa.
Ø Incumplir las promesas
A la hora de
motivar a un equipo con incentivos se debe tener la certeza de poder cumplir lo
prometido. Este tipo de estrategias son muy recurrentes entre los jefes para
obtener beneficios adicionales de sus empleados pero, si bien logran su
cometido en un principio, al incumplir las promesas se desgasta la
relación laboral creando un sentimiento de frustración y desengaño entre
el equipo.
Ø “Lo tendré en cuenta”
Los jefes deben ser
directos y evitar los eufemismos del tipo “ya valoraré si considero tu opinión”.
No es de recibo intentar deshacerse diplomáticamente de una solicitud o
propuesta porque creará confusión y no contribuirá a la solución de problemas.
Lo mejor es decir lo que realmente se piensa, sea positivo o negativo,
para evitar dar la sensación de que no interesan las propuestas de los
trabajadores por sistema.
Ø Hacer comparaciones entre los
trabajadores
Se dice que las
comparaciones son odiosas, pero cuando se hacen entre dos trabajadores de un
mismo equipo se multiplican sus efectos negativos. Su doble impacto se debe a
que esta actitud desmoraliza tanto al humillado como a los testigos. Además,
las alabanzas a un empleado pueden despertar suspicacias entre sus
compañeros y enrarecer el clima laboral.
Ø “No te pago por pensar”
Un jefe que maneja
a su equipo bajo el concepto de “te pago para que hagas lo que ordeno y nada
más” creará una fuerte desmoralización entre el grupo. Al mismo tiempo, se
desaprovecharán las capacidades de los mejores trabajadores que verán como ese
empleo no cubre sus expectativas laborales. Este tipo de frases también ponen
al descubierto que el jefe se siente inferior a sus trabajadores.
Ø Desconfiar por sistema de los
subordinados
Aunque esta actitud
puede estar completamente justificada, puede tener efectos negativos sobre los
empleados si estos sienten un control excesivo sobre ellos. La sensación
producida es que son incapaces de hacer solos su trabajo. Esta situación
coartará la iniciativa de los empleados y el trabajo en equipo perderá
todo su sentido.
Ø Apropiarse de los méritos de los
empleados
Cuando se solicitan
ideas e iniciativas a los trabajadores se debe reconocer su autoría, en
lugar de apropiarse de ellas. Las actitudes de los jefes deben encaminarse a
facilitar el mejor desempeño profesional entre su equipo, por lo que se deberán
evitar los engaños. Tarde o temprano, todo se acaba sabiendo y los jefes que
hayan ascendido a base de copiar ideas a los demás, crearán una burbuja que
pronto se acabará desinflando.
Ø “Deja todo lo que estés haciendo y
ponte con esto ahora mismo”
Existen ciertas
circunstancias en las que surgen urgencias y se hace comprensible un repentino
cambio de planes, pero cuando esto se convierte en una tónica diaria perderá su
sentido. Este tipo de indicaciones son el reflejo de una inadecuada planificación
de las tareas, que entorpecerá el trabajo del grupo y provocará más retrasos.
Ø Hacer gala de tu posición de poder
cuando no sea estrictamente necesario
El excesivo culto
al ego puede resultar lesivo para los subordinados, afectando a su dignidad personal
y profesional. La arrogancia y la exhibición de privilegios sólo acabarán
por minar el respeto hacia el jefe, reduciendo su capacidad de
coordinación y mando.
Ø Estar irritado permanentemente
La incapacidad para
entablar una relación cordial con los trabajadores los bloquea y provoca
que disminuya su concentración. La irritación permanente va en contra de
algunas de las cualidades más preciadas en un jefe, como plantar cara a las
adversidades, mantener el autocontrol y ser receptivo.
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